Club Político Argentino

El nuevo escenario político y los desafíos de una renovada gobernabilidad democrática

10 de diciembre de 2009

A lo largo de estos dos difíciles años el Club Político Argentino ha venido construyendo un espacio colectivo de deliberación, intercambio e intervención pública, donde es posible escuchar las razones del otro y donde el otro puede tener razón. Creemos así contribuir, desde un lugar modesto pero militante, a conferirle densidad política al debate público y, con ello, aportar también a una tarea crucial de nuestra época: la de reconstruir un sistema de partidos programáticos, nacionales, institucionalizados y competitivos, como pilares insustituibles de una democracia plena.

En la actualidad, esa plenitud democrática pasa fundamentalmente por ubicar en el centro de la sociedad la construcción de ciudadanía, por oposición a dos fuerzas que tienden a erosionar el sentido de pertenencia nacional: la exclusión social y las variadas formas del retraimiento. La exclusión porque vuelve ficticia para millones de compatriotas la elección de oportunidades de vida, el ejercicio de libertades e igualdades sostenidas en derechos y deberes compartidos. El retraimiento porque lleva a muchos argentinos y argentinas a darle la espalda a la política o a la participación social, convencidos de que el esfuerzo que podrían hacer sería estéril.

En un círculo perverso, exclusión social y retraimiento político se vuelven pesados obstáculos a la hora de enfrentar algunos rasgos estructurales de nuestros recurrentes trastornos nacionales y de nuestras ofuscadas maneras de gestionarlos. Un recuento incompleto no puede dejar de mencionar, entre otras cuestiones: la escasa voluntad política para construir instituciones públicas de calidad, empezando por el fortalecimiento del propio Estado; la derivada incapacidad de las instituciones estatales -con especial referencia a sus funciones indelegables- para articular exigencias de equidad, eficiencia, transparencia y responsabilidad; la persistencia de la pobreza y el aumento de la desigualdad; los rasgos exclusivistas de una cultura política renuente al diálogo y a la formación de acuerdos, y su correlato en una política de facciones; el alicaído gobierno de la ley y el menoscabo del equilibrio y la independencia de los poderes constitucionales; la baja calidad del debate público; el vaciamiento del sentido y la naturaleza del federalismo; las inconsistencias de la política macroeconómica y la carencia de un modelo de desarrollo productivo; o los cíclicos virajes de nuestra política exterior que ponen nuestro lugar en el mundo en estado de perpetua refundación.

En este marco de preocupaciones, la Argentina de hoy presenta un campo político personalista y fragmentario, pero también asoman en el horizonte nuevas perspectivas de cambio. Por un lado, se extiende en la sociedad la frustrante percepción de que los problemas se acumulan sin solución: desde el irresuelto conflicto con los sectores agropecuarios hasta el despreocupado tratamiento de la inflación con sus devastadores efectos sociales; desde la inadmisible manipulación del INDEC hasta la utilización discrecional de fondos públicos; desde la desatendida cuestión de la inseguridad hasta la escasa voluntad para investigar el oscuro tráfico de dineros e influencias. Mientras este rosario de adeudos alimenta una gravosa herencia de inciertas consecuencias, se mantiene la tónica de un liderazgo excluyente por parte del Poder Ejecutivo Nacional, que tiende a ver aviesos ataques en cada crítica o mezquinas revanchas en cada propuesta de reforma.

Pero, por otra parte, parece abrirse un nuevo escenario político en el que se destacan los acuerdos alcanzados recientemente por diversos sectores de la oposición, más acorde con el mensaje que la ciudadanía manifestó en las urnas el pasado 28 de junio. Ese mensaje llama al Congreso a desempeñar su propia responsabilidad institucional, legislando no sólo como contrapeso de poder frente a desbordes del ejecutivo, sino sobre todo como un espacio de construcción de una nueva gobernabilidad democrática y universalista, que haga del diálogo entre oficialistas y opositores, de la búsqueda de equilibrios y del manejo prudente de los disensos, los mecanismos habituales de procesamiento de demandas, conflictos y proyectos en juego.

En este nuevo contexto, el Club Político Argentino se propone trabajar, en el próximo año, en una serie de iniciativas que consideramos estratégicas. Algunas de esas iniciativas implican desandar los equivocados caminos por los que nos ha llevado el actual gobierno; otras, en cambio, suponen la concreción -o el mejoramiento- de positivas decisiones encaradas por el oficialismo.

1) Transformación de la iniciativa de asignación universal por hijo en una auténtica política de Estado mediante su tratamiento como ley del Congreso Nacional.

2) Revisión de la iniciativa de “reforma política”. Si bien la reforma institucional de la política es absolutamente necesaria, la normativa sancionada es en muchos aspectos inadecuada y en cualquier caso es insuficiente. Es particularmente preocupante la concentración discrecional de atribuciones en dependencias del Poder Ejecutivo, en vez de avanzar hacia la constitución de una autoridad electoral autónoma. Más que una reforma política puntual, nuestro país requiere una auténtica política de reformas.

3) Revisión de la ley de medios. La nueva norma constituye un avance sobre el viejo ordenamiento legal heredado de la dictadura, tanto por los objetivos de desconcentración de la propiedad de medios, como por la apertura a nuevas voces provenientes de la sociedad civil. Sin embargo, entre otros aspectos a mejorar, es preciso garantizar una autoridad de aplicación calificada y autónoma respecto del gobierno de turno, la creación de entes estatales no gubernamentales de radio y televisión, en la Nación y en las provincias, que aseguren contenidos política y culturalmente plurales, así como también una estructura de incentivos que promueva la modernización tecnológica a fin de brindar más y mejores servicios a los usuarios.

4) Definición de una política de desarrollo de la sociedad del conocimiento que promueva el acceso universal a la banda ancha, la difusión de la computadora a todos los alumnos y docentes del sistema educativo, la interacción entre Universidad y sectores productivos, y una mayor eficiencia y transparencia de la gestión pública mediante el gobierno electrónico.

5) Normalización inmediata del INDEC mediante una ley que garantice su autonomía institucional del Poder Ejecutivo Nacional.

6) En el plano económico, ante la nueva oportunidad que abre un escenario mundial medianamente promisorio, es momento de acabar con las improvisaciones, definir un programa económico consistente que despeje las incertidumbres fiscales y financieras que paralizan la inversión, ataque en serio las amenazas inflacionarias que afectan a los sectores más vulnerables, revierta nuestro creciente aislamiento regional e internacional y siente las bases de una estrategia de desarrollo inclusiva y sostenible. Asimismo, es perentorio impedir que se recreen artificialmente infundados enfrentamientos entre el campo y la industria, restablecer los canales de diálogo entre el gobierno y el sector agropecuario y negociar una solución factible que reconozca la potestad del Estado de gravar al sector pero que lo haga sin ahogar los incentivos al crecimiento de una actividad dinámica e innovadora, clave para el crecimiento de nuestra economía.

7) Derogación de la reforma del Consejo de la Magistratura, respetando el sentido de “equilibrio” entre sus representantes definido por nuestra Constitución, y avanzando hacia una conformación del cuerpo donde el Poder Ejecutivo carezca de facultades de veto.

8) Respaldo a la independencia institucional de los órganos de control del Estado y combate a la corrupción, dejando sin efecto todos los intentos de limitación presupuestaria o intervención por parte del Poder Ejecutivo en sus estructuras, funciones o iniciativas (Fiscalía de Investigaciones Administrativas, Oficina Anticorrupción, AGN, etc.).

9) Discusión y profundización del papel que debe jugar la Argentina en la gobernanza regional y global en aquellas cuestiones en donde posee la trayectoria y los recursos para hacer valer su voz: la democracia, la seguridad internacional, la seguridad alimenticia y en particular el desarrollo nuclear, esto último teniendo en cuenta la revalorización de la energía nuclear como una de las alternativas válidas para enfrentar el cambio climático y los planes en la materia de muchos países, entre ellos algunos de nuestros vecinos.

10) Normalización de las relaciones con el Uruguay en base a un acuerdo que supere el conflicto por la instalación de la planta de Botnia.

Ante una sociedad descreída o fatigada, castigada por la pobreza o la inseguridad, alterada por la crispación o tentada por el cinismo, buena parte de la responsabilidad dirigencial –política o intelectual, económica o social- pasa en la actualidad por ensanchar el horizonte de toma de decisiones, por generar un sentido del tiempo político que no se agote en el corto plazo ni se ofusque en la inmediatez del enfrentamiento. En momentos como los que vivimos se requiere producir una cierta visión de destino común, dibujar los trazos gruesos de una renovada orientación estratégica, abrir espacios donde las demandas y los conflictos comiencen a encontrar nuevos cauces institucionales de expresión y vías progresivas de resolución.

Se hace necesaria una nueva narrativa de futuro -animada por compartidos valores democráticos, republicanos y de desarrollo social y económico equitativos- para la Argentina que viene.

Por el Club Político Argentino:

Henoch Aguiar, Guillermo Ariza, Antonio Camou, Marcelo Cavarozzi, Claudia Guebel, Victoria Iztcovitz, Ricardo Mazzorin, Federico Merke, Daniel Muchnik, Carlos Mundt, Guillermo O’Donnell, María Matilde Ollier, Vicente Palermo, Guillermo Rozenwurcel, Leonardo Stanley, Juan Gabriel Tokatlián, Diego Valenzuela, Carlos Zurita… siguen firmas de adhesión.